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  • Foto del escritorLuigi

La caída

Aterrado frente a la normalidad - y el futuro -

que cada vez más racional hace desaparecer

los sueños de las mentes de los niños

Sangrientas mañanas soleadas llenas de realidad y

pobreza y todos los rostros como tumbas y

la gente arrastrada por el viento - sin palabras -

Visiones - otra más - pasajeras

de días venideros que nunca llegarán

cielos sin nubes cielo, viejo cielo

Los ojos apáticos en reflejos de odio y autocompasión

y como soldados desfilan hacia la gran destrucción

junto a la Mente Racional que envuelta

en una gran caja brillante recibimos con sonrisas

y alegría - la muerte - ¡Bienvenida Sea!

Ya no hay tiempo verdadero solo se permanece ahí

perdido entre realidades y vidas veladas imperios

dormidos que caen en la desolación de las

aburridas tardes de las sombras y los quejidos

Escalofríos y cuerpos que tratan de escapar

de sí mismos y de las prisiones doradas de la

mente y el corazón y palabras escondidas

que se derraman como lágrimas entre el dolor y

la desesperanza

Barbas sagradas que contemplan lastimosamente

el presente - cualquiera que sea - y que van en busca

de sus almas - eternamente arrojados al camino -

Los que corrían en las tardes soleadas de otoño

ahora se sientan ocupados

mientras se desvanecen

Las voces del pastor que resuenan como una afónica

oveja empapada en humo y desgastada en

las grandes batallas no presenciales de la historia

Las voces del pastor que fueron guía de todos aquellos

que alguna vez soñaron con la tristeza y melancólicamente

cedieron sus corazones al gran engaño de la bondad

Las voces del pastor que se deslizaron desde tiempos pasados

para rescatar las manos de jóvenes creyentes

- enredadas en ardientes arbustos -

La voz del pastor que nunca quiso serlo y que fue

destruido y devorado por la inocencia de su alma

- cuya mirada vacía yace bajo una ventana sin luz -

Los lamentos de los locos ya cansados de ser estrellas

y aclamados por la ineptitud desaparecen silenciosamente

a través de la noche y yo que sigo perdido

dando las gracias a mis piernas estáticas sumidas

en el barro frente a un cartel que se burla de mí advirtiendo

- cuidado -

Y fueron las deseosas y hambrientas y poderosas aves

desgastadas por el paso del tiempo

las que con sumo cariño dijeron:

"¿ Y tú qué haces ahí? ¿ envejeciendo?"


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